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Lanzaron su primer álbum, "Tucumaneado"

Vierne de Olga: una banda de rock y resistencia

Con deseos de provocar para resistir, nace este proyecto que aspira a trascender.

Por Lucas Perez, de la Redacción de NOVA.

Vierne de Olga es una banda de rock rosarina, cuyo líder, Daniel Sabadini, carece de reparos para afirmar que su obra es “tan copiada de lo ajeno que parece original”. Con deseos de provocar para resistir, e intentando representar e interpelar a los sectores que sufren las consecuencias de la desigualdad social, nace este proyecto que aspira a trascender.

Sabadini habló con Agencia NOVA respecto de sus sueños, sus inquietudes y brindó detalles de “Tucumaneado”, el primer disco de la banda.

-Contanos un poco sobre vos, tu historia. ¿Qué te impulsa para hacer música?

-Primero que nada gracias por esta nota, es muy importante para mí. Yendo a la pregunta, puedo decir que me considero una persona que viene de clase media baja, que tuve la oportunidad de tener una buena educación que me sirvió para relacionarme con gente quizás un poco más culturalmente pudiente y eso me llevó al mundo de la composición y la música. Aunque previamente tuve la suerte de tener gente de mi familia que me inculcó el folklore nativo argentino y a través de la insistencia, a los 15 años pude obtener mi primera guitarra. Que aún la conservo, no la pude vender, me daban muy poco (risas).

Y para cerrar esta pregunta bien tajante, lo que me impulsó a hacer música es la desigualdad social, la misma injusticia de la gente que está por debajo de otra gente. Siempre fue esa la motivación: de poder llegar a esa gente como artista y poder interpretar lo que se ve en el sistema cuando no funciona o sólo lo paga un determinado sector social.

-Sabemos que es una banda de rock rosarina pero, ¿qué es para vos Vierne de Olga? ¿Cómo se gesta?

Para mí Vierne de Olga, -además de deudas y conflictos (risas)- es algo que representa a un sector de los y las jóvenes de hoy en día, de cómo está el país, quizás, de cómo cuestan las cosas en determinadas clases sociales. No sé para mis compañeros, pero creo que apuntan a algo parecido a mí. Por algo somos una banda y yo creo que tenemos eso en común de hacer el esfuerzo de poder pagar la sala de ensayo, de contar con instrumentos precarios. Diría que para mi Vierne de Olga es mucho esfuerzo y resistencia.

-¿Qué nos podés contar sobre el flamante disco?

-Tucumaneado es algo muy importante. Por lo menos para mí fue un antes y un después, fue como sacar algo de adentro que tenía guardado y poder articularlo en música. Son siete temas, más un videoclip que hacen una obra tan copiada de lo ajeno que resulta original. Ya el mismo nombre lo dice: Tucumaneado (risas). Significa robado en Santiago del Estero. Y con respecto a lo artístico y técnico de las canciones, yo creo que muestra en las letras algo verídico que le puede pasar a cualquiera, algo que siempre va por el lado del dolor, quizás, acompañado por una composición de sonidos tristes y se remata con los solos de Martin en cada tema que tienen ese ruido de sufrimiento pero a la vez esperanza. Es un disco producido en casa, con lo que teníamos. Las acústicas están grabadas entre dos colchones (risas) pero a pesar de eso creo que logramos un resultado bueno para hacerlo con las herramientas que lo hicimos. Desde ya pueden escucharlo por Youtube o Spotify.

-¿Cuáles son sus expectativas y objetivos más próximos? Al mismo tiempo, ¿cuáles son sus sueños más grandes?

-Las expectativas hoy en día para la banda es recuperar todo lo invertido. Tuvimos gastos para la parte de mezcla y la parte del mastering, como también del videoclip, que por cierto quedó muy bueno. Mucho laburo del director, Jerónimo Sagardoy, y su equipo. La idea es recuperarla con los shows como hicimos el año pasado para pagar las grabaciones de las batas. Después está en mente largar un EP de tres temas bastante “spinetteanos”, con un sonido bien sucio.

¿Y los sueños? ¡Qué linda pregunta! Diría que trabajo, salud y educación para la gente, pero también poder vivir de la música. Quizás no una vida de lujo, pero con que me paguen 50 Lucas por mes de acá a 20 años por tocar sería feliz (risas). Así de básico el sueño.

-¿Cómo ves la escena de la música independiente en estos tiempos? ¿Hay más trabas o más facilidades a la hora de difundir tu obra?

-Es una pregunta que siempre deseo que me la hagan, también una pregunta que tiene en mí respuestas dialécticas que van de un lado al otro. Por empezar, acá en Rosario capaz que es difícil. Si no tenés el contacto o no estás en algún movimiento se complica más para tocar en lugares, para hacerte conocido por las productoras o los organizadores de eventos. Diría yo, si no andas chupando bultos se te complica (risas). Eso no va con mi persona, por lo menos yo como artista apunto al arte y a la música y no a políticas sectarias. Pero también hay gente buena onda, como por ejemplo, hace poco les mandé a una banda conocida de Rosario para compartir una fecha, me contestaron al toque y a los días estábamos comiendo un asado, organizando todo. Son dos extremos que se ven continuamente. O decidir callar y seguir siendo uno más, o decís chupar culos y unirte a la resistencia que ya no lo es, sino que se ha convertido en el poder cultural. O los mandas todos a la concha de su madre y haces tu propia trinchera. Ya te digo, quiero tocar mi música y por eso me la juego de acá para allá. No me voy a poner ninguna remera de tal para tocar en algún lugar, solo basta con compartir el arte.

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