
Un panorama desolador y además de peligroso, muestra la ruta nacional 168. Completamente a oscuras, sobre esa ruta hay boliches bailables donde concurren miles de jóvenes. Y asentamientos como el barrio “El Pozo”, están a la vera de la misma.
Nadie se hace cargo de la iluminación de la misma, y se ve la ausencia de los responsables. Los vehículos que transitan a alta velocidad en la calzada, sumado a los ciclistas y conductores de motos, como personas que transitan por las banquinas, conforman un panorama apocalíptico en el lugar.
Las autoridades (sea quien sea) deberían poner “manos a la obra” para que la iluminación vuelva a ser un acto dentro de la “normalidad” y no un hecho excepcional. Y el municipio capitalino, vialidad nacional, tomar estos reclamos como un dato de la realidad y no una ficción.
A ponerse el overol y cada cual tome su rol.