La palada que dignifica: negros de piel y blancos con corazones ennegrecidos

Dícese que cuando el obrero aquel, llegó a su casa, abrazó a sus hijos y lloró. Su mujer sirvió el guiso, mientras buscaba el “Güi Fi” que había puesto Omar Perotti en la plaza, para mandarle la foto a su mamá, que vivía en Charata.
Ese día, la vida le había dado un hermoso regalo. Convertirse en un ejemplo para los niños del barrio y los compañeritos de la escuela de sus hijos.
Como en la novela “Cien años de Soledad” del “Gabo” Márquez, en la cual pasaban aldea tras aldea los protagonistas, furiosas tormentas amasaban la tierra y la fronda, con terrones de barro, este obrero pasaba a ser protagonista de una historia similar.
Hacia fines de 2024, el gobernador -patrón de estancia- lo había calificado junto a otros de “ñoquis”, “sindicalizados”, entre otras cosas. Les había quitado las horas extras con la cual le pagaba el tratamiento oncólogico a su hermana, y que le permitía llevar los chicos al Mc Donald del Puerto.
Todo un lujo para las élites del Gobierno
Pasa que el gobernador proviene de un pueblo donde la garrapata duerme con el peón. Y donde la vinchuca pica a la embarazada, y el patrón mira hacia otro lado. Hughes y otros pueblitos del Sur, son como distritos Texanos. El plomo y la bala para el pobre, la peste y el harapo roñoso para el que recibe un subsidio, el auto de 50 mil dólares para el gringo que alquila el campo y se lleva la soja para sacarla por la narcovía Santa Fe-Paraguay.
Este tipo de conductas ya existían en la historia hace más de 100 años. Y esto lo relató otro santafesino: Gastón Gori en su libro “La Forestal”. Donde la explotación salvaje de los ingleses que se llevaban el tanino, junto a los franceses en sus correrías con el FCSF, promovieron el desmonte más grande de la historia, antes de irse a África para explotar el caucho que le venderían luego a Goodyear y Firestone.
Por eso, esa palada de tierra que tiró el obrero ese día, sepultó miles de actos injustos contra los obreros en la historia. Y se convirtió en un icono glorioso de los obreros de Aguas Provinciales, bastardeados mediáticamente desde los resortes del poder y la pauta publicitaria.
Algún día, el hijo de ese obrero saldrá de una facultad o un profesorado, y tendrá para mostrar en su escritorio, la foto de su padre. Que tuvo que soportar insultos, degradaciones, ver compañeros cesanteados como en el 76´, ver cómo le quitaban beneficios adquiridos, para satisfacer una horda de clientelismo y familias enraizadas en el gobierno.
Curiosamente, ese obrero cavaba para mejorar la cloaca de toda la clase que vive en ampulosos Lofts y Edificios de Alto donde se lavan los fondos en fideicomisos que sigue la justicia con lupa.
Clase representada curiosamente por quienes están detrás mirando. Como la vicegobernadora Gisella Scaglia con su mano extendida. Su piel tan blanca y su corazón tan ennegrecido. Como pidiendo un lugar en la convención constituyente. Ernesto Sábato cuando escribió su libro “Antes del Fin”, seguramente imaginó esta escena.