Pullaro está decidido a retener o ganar 255 localidades —el 70 por ciento del mapa provincial—, utilizando además la campaña en Rosario como plataforma anticipada para 2027. Su discurso apunta a la “seguridad” y orden, pero el control territorial corre el riesgo de transformarse en un entramado político que favorezca su reelección y asfixie al peronismo local.

Por su parte, Milei desembarca en Rosario como parte de su plan estratégico de construir presencia real y coherencia territorial; su armado comenzó con La Libertad Avanza y apunta a imponer una agenda libertaria en gobiernos locales y comunales.

Desde el peronismo ya alertan sobre los efectos de este dúo: el diputado Eduardo Toniolli acusó a Milei de “haber frenado 189 obras en Santa Fe” y a Pullaro de “arrodillarse para negociar su reelección”, sin avances tangibles. La señal es clara: el costo real de este combo es un retroceso en infraestructura, salud y educación mientras ambos se disputan el control político.

Para el votante independiente, la elección se cataliza en Rosario, la joya del escudo provincial; aquí, el margen entre el Frente Unidos (Pullaro) y La Libertad Avanza (Milei) podría redefinir el futuro del poder local.

Este domingo no hay lugar para mitigar los extremos: o se impone un control territorial concentrado a cargo de Pullaro, o se consolida la apuesta libertaria de Milei. El desafío para el electorado es claro: frenar la expansión de estas fuerzas autoritarias desde los gobiernos locales.