El marketing habla de “infraestructura productiva”, pero la realidad política es otra: Pullaro concentró poder, desarmó contrapesos institucionales y pretende gastar como quiere, cuando quiere y con quien quiere. La Legislatura fue degradada a mesa de entradas y la oposición denuncia que se oculta toda la información que debería ser pública.

La diputada Celia Arena fue lapidaria: “Caja abierta, cero control democrático”. Ni informes, ni auditorías, ni la comisión bicameral que obliga la ley. La “Emergencia en Seguridad”, esa bandera electoral del pullarismo, se convirtió en un cheque en blanco para recontratar policías sin criterios transparentes, comprar equipamiento sin supervisión y manejar fondos multimillonarios a espaldas de la ciudadanía.

Un legislador aliado lo resumió así, sin rodeos: “Estos quieren un Estado sin controles y una Corte amiga. Poder total.”

Mientras Pullarohabla de “confianza internacional”, en su provincia crece el malestar: informes frenados, obras fantasmas y números que nadie puede revisar. Se endeuda Santa Fe… se enriquece el misterio.

Pullaro pidió deuda diciendo que era para “producir y no para gastar”. Pero sin contralor, sin datos y sin límites, la diferencia se vuelve un acto de fe. Y los santafesinos no votaron para rezar: votaron para saber.