La frontera provincial es un colador: la presencia de narcoavionetas abandonadas desnudan las falencias del Gobierno
El hallazgo de una nueva narcoavioneta abandonada en Curupaity volvió a exponer, una vez más, las profundas falencias del Gobierno de Santa Fe en el control aéreo y territorial de la provincia. Con esta aeronave —la sexta en lo que va de 2025— ya no se trata de episodios aislados, sino de un patrón sostenido que desnuda un Estado provincial desbordado por las organizaciones criminales que operan con total libertad sobre la geografía santafesina.
El caso más reciente ocurrió el jueves pasado, cuando un productor rural advirtió la presencia de una avioneta inmóvil en un trigal del departamento San Cristóbal. La aeronave, que llevaba una bandera boliviana, dio positivo en todos los sectores del fuselaje tras la inspección de los perros antinarcóticos de Gendarmería, confirmando que había sido utilizada para el transporte de cocaína. Para cuando llegó la policía, la carga ya había sido retirada.
La escena se repite: aeronaves que aterrizan, descargan, desaparecen o quedan abandonadas sin que ninguna autoridad provincial detecte previamente el vuelo, el descenso o la operatoria. Ni radares, ni patrullajes, ni controles: nada parece impedir que el territorio santafesino funcione como un corredor aéreo narco cada vez más consolidado.
La secuencia de hallazgos habla por sí sola. El 11 de noviembre, en Arequito, apareció otra avioneta ligada a un cargamento de casi una tonelada de cocaína asociado al narco rosarino Brian Bilbao, especialista en vuelos clandestinos desde 2020.
En agosto, un Cessna siniestrado fue descubierto entre Pergamino y Colón, también con rastros de droga. En julio, restos calcinados en Constitución; en junio, otra aeronave sospechosa en Manuel Ocampo; y apenas un mes antes, dos pilotos cayeron tras aterrizar de emergencia un avión proveniente de Bolivia, con matrícula adulterada.
Pese a esta sucesión de episodios —que revela un corredor aéreo ilícito activo, sostenido y sin frenos— el Gobierno de Santa Fe continúa sin ofrecer respuestas claras, planes integrales o medidas contundentes para revertir el avance de estas estructuras criminales.
Mientras los narcos aterrizan y despegan a placer, las autoridades insisten en gestos, declaraciones y operativos aislados que no modifican una realidad cada vez más evidente: la provincia carece de un sistema eficiente de control aéreo, inteligencia preventiva y coordinación efectiva con la Nación. Y esa ausencia convierte al territorio santafesino en un eslabón débil —y rentable— para las bandas que mueven cocaína desde Bolivia hacia los grandes centros urbanos del país.
Seis narcoavionetas en menos de un año no son un accidente. Son un síntoma. Y, sobre todo, son un llamado de atención que el Gobierno de Santa Fe ya no puede seguir ignorando.








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