Política
Las medias son para los zapatos

VIDEO | Rosario enfrenta al narcotráfico con armas de menor letalidad: ¿Modernización, ingenuidad o desarme encubierto?

En una ciudad donde los delincuentes no dudan en disparar a matar, las armas no letales pueden terminar siendo apenas un gesto simbólico. (Dibujo: NOVA)

En una ciudad donde los asesinatos por encargo, los ajustes de cuentas y las balaceras a plena luz del día son moneda corriente, el Gobierno de Santa Fe decidió reducir la letalidad de las armas que usa la policía.

El anuncio, encabezado por el gobernador Maximiliano Pullaro junto a la vicegobernadora Gisela Scaglia y el ministro de Justicia y Seguridad Pablo Cococcioni, fue presentado como un avance “tecnológico y humanitario”, pero despierta fuertes cuestionamientos: en el contexto rosarino, muchos lo ven como un desarme encubierto frente al crimen organizado.

El nuevo equipamiento incluye lanzadoras tipo Byrna, pistolas, rifles y ametralladoras adaptadas para disparar munición no letal. Estas armas, impulsadas por dióxido de carbono, arrojan proyectiles de gas pimienta o polímero con un alcance de hasta 20 metros. Según el Gobierno, la intención es “modernizar” a la fuerza policial y ofrecer herramientas “más proporcionales” para actuar en situaciones de riesgo sin recurrir al fuego letal.

De las 100 unidades adquiridas, 67 ya fueron entregadas a distintas brigadas operativas locales —entre ellas la Brigada de Orden Urbano, el Comando Radioeléctrico, la Policía de Acción Táctica y la Guardia Provincial— mientras que el resto se distribuirá en otras zonas del territorio. Desde el Ejecutivo aseguran que esta tecnología permitirá “minimizar daños y reducir muertes innecesarias”.

Sin embargo, en Rosario la realidad impone otro panorama. La ciudad cerró el año pasado con uno de los índices de homicidios más altos del país, en gran parte vinculados al narcotráfico. Los ataques a comercios, escuelas y comisarías son una constante. En ese contexto, la decisión de equipar a las fuerzas con armas no letales fue interpretada por muchos policías y analistas en seguridad como una medida riesgosa.

“Pretenden enfrentar narcos armados con fusiles con pistolas de gas pimienta”, cuestionó en redes un excomisario de la provincia, reflejando el malestar dentro de las filas. Lo mismo advierten asociaciones civiles que reclaman mayor protección para vecinos y agentes, ante un escenario de violencia desbordada.

Desde el Gobierno insisten en que la apuesta es a una “seguridad inteligente” que priorice la prevención sobre la represión. Sin embargo, los resultados hasta ahora son limitados: la sensación de inseguridad sigue creciendo y las organizaciones delictivas operan con total impunidad.

Mientras Rosario continúa sumando víctimas, la discusión se centra en si esta “modernización” no terminará siendo, en los hechos, una vulnerabilidad más para quienes patrullan las calles. Porque en una ciudad donde los delincuentes no dudan en disparar a matar, las armas no letales pueden terminar siendo apenas un gesto simbólico frente a un problema que ya no admite medias tintas.

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