El sábado al mediodía, la zona del hotel Los Silos, en el puerto de Santa Fe, parecía un campo de batalla. Militantes del Partido Obrero y organizaciones sociales coparon las inmediaciones, declarando a Milei “persona no grata” y armando un cacerolazo en la Plaza del Soldado.

La Policía Federal, en un despliegue que no pasó desapercibido, detuvo a cuatro personas que intentaron acercarse a la caravana presidencial. En medio del caos, un gazebo de La Libertad Avanza fue desmantelado, como si el viento de la bronca popular se lo hubiera llevado puesto.

Milei, flanqueado por su hermana Karina, secretaria general de la Presidencia, apenas pudo asomarse para un saludo fugaz a sus seguidores antes de subir al vehículo que lo sacó de la ciudad.

El operativo de seguridad, más propio de una película de acción que de una visita presidencial, no logró calmar las aguas. Los enfrentamientos entre oficialistas y opositores dejaron en claro que la figura del presidente no despierta precisamente amores en Santa Fe.

Ahora, el libertario busca recomponerse en Entre Ríos, donde Frigerio lo recibirá para un acto en el centro de Paraná. La visita, sin embargo, no escapa al peso del escándalo que envuelve al diputado José Luis Espert, señalado por sus vínculos con el empresario Fred Machado, acusado de narcotráfico. Milei, con su agenda tambaleante, intenta mantener el rumbo en un contexto que no le da respiro.