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La historia viviente

Las aves de corral y sus productos en el Río de la Plata colonial

Las aves de corral fueron importantes para el consumo dentro de las chacras y estancias rioplatenses, además de llegar al mercado de la ciudad mediante la venta de huevos.

Por Mauro Luis Pelozatto Reilly (*), especial para NOVA

Sin dudas, son muchos los estudios e investigaciones que se han realizado en torno a la ganadería y la economía rural rioplatense. Sin embargo, la mayoría se concentra en las especies más importantes y sus mercados, como por ejemplo el ganado vacuno, vinculado al mercado local (abasto de carne, grasa y sebo), las demandas regionales (envío de animales en pie) y los circuitos internacionales (cueros). También hay destacados aportes en relación al ganado mular, relacionado principalmente con el Alto Perú minero, por las características de dichos animales.

Creo que hay ciertas prácticas olvidadas por la historia nacional y colonial. Una de ellas es, desde mi punto de vista, la cría de aves de corral en las pequeñas granjas, quintas y chacras de la región. Porque es conocida la existencia de estos animales en las unidades productivas del Río de la Plata, y porque los mismos estuvieron relacionados no solamente al consumo de la familia campesina, sino también al mercado local, gracias al comercio de ciertos productos.

Lamentablemente, las fuentes disponibles no permiten desarrollar demasiado, pero sin dudas los pocos datos extraíbles resultan valiosos, al menos para realizar una caracterización general.

El cabildo, institución sobre la que he realizado varios trabajos de investigación, ha funcionado como un órgano político activo en materia de producción agropecuaria y en la regulación de los precios y el abasto. Y la actividad avícola no escapó de sus atribuciones.

Por ejemplo, en 1650, el ayuntamiento santafesino, en el marco de la inminente llegada a la jurisdicción del visitador general y oidor de la Real Audiencia de La Plata, el licenciado Andrés Garavito de León, proveniente desde la Ciudad de Córdoba, nombró comisionado al alcalde Lázaro de Pessoa y a los regidores Gabriel de Monzón y Pedro de Vera Mujica, con la tarea de que lo recibieran en la otra banda del Río Salado con refrescos, pan, vino, 2 docenas de gallinas y algunos carneros, obtenidos mediante préstamos concedidos por los vecinos.

El otro indicio de la existencia de planteles de gallinas se dio hacia finales del período, en 1779, cuando se sancionó al teniente de la compañía de la dotación de la Ciudad, por el gobernador de las armas, Juan Francisco de Lisa Herrera, por haber ayudado a un traficante de mulas a pasar sin pagar el derecho de arbitrios correspondiente a las extracciones de dichos animales hacia fuera de la jurisdicción, argumentando que dicho vecino no estaba capacitado ‘‘ni para mandar gallinas’’, lo cual era falso. Por eso, se lo consideró inútil para el servicio y se libró un expediente.

En Buenos Aires, se puede afirmar la presencia de estas actividades rurales al analizar los inventarios de las chacras y estancias de los productores coloniales. Los casos encontrados son muy pocos en relación al total (al menos según las fuentes que pude analizar, de la primera mitad del siglo XVIII). Por otra parte, no aparecen en cantidades muy abundantes, sino más bien modestas.

Por ejemplo, Juan Gutiérrez de Paz, estanciero del pago de Arrecifes, tenía entre sus ganados (se trataba de un productor diversificado que criaba vacas, mulas, yeguas, caballos y bueyes, además de poseer trigo almacenado), un grupo de 40 gallinas.

El capitán Joseph López, un importante estanciero de Luján (entre otras cosas, contaba con 7.400 varas de tierras por una legua y media de fondo, más miles de vacunos y ovejas), tenía apenas 3 aves de la especie señalada, seguramente con el único objetivo de proveer de huevos, pollos y carne a la estancia.

Francisco Lerma, registrado en 1759, declaró tener unas yuntas de bueyes y unos pocos caballos, más 17 gallinas, con lo cual estamos parados claramente ante un pequeño productor triguero. En síntesis, podría decirse que estos animales se encontraban tanto en chacras como en estancias, y que se relacionaban más que nada con el consumo interno de los establecimientos.

Sin embargo, resulta un error afirmar que dentro del espacio las gallinas solamente se criaban para alimentar y proveer a los estancieros, peones y esclavos de las unidades productivas.

Afortunadamente, contamos con indicadores como los aranceles de precios para el mercado local que confeccionaban los miembros del cabildo generalmente todos los años.

Por ejemplo, en enero de 1664, el municipio santafesino puso los precios para la yerba, el tabaco, el azúcar, las velas, el vino y los huevos. Seis años más tarde, se volvieron a arancelar los mismos productos, más el trigo, el pan y el jabón. En 1673, se dieron los precios para azúcar blanca y negra, miel de cañas, trigo, panificados, vino, yerba, tabaco, huevos, velas y jabón proveniente del Tucumán.

Asimismo, se dispuso hacer visitas a las tiendas y pulperías de la Ciudad para controlar el cumplimiento de los precios. Los valores monetarios de los huevos se dieron varias veces más durante el período (también aparecen en los listados de precios de 1674, 1680-1681, 1688-1689, 1692, 1695, 1703 a 1709 y 1714).

De esta manera, podemos ver que se trataba de un producto de consumo local, ya que aparece mencionado y arancelado junto con otros géneros importantes, provenientes no solamente de la campaña santafesina (y también de la actual Entre Ríos), sino de otros puntos del Río de la Plata y el espacio colonial (como por ejemplo, el jabón tucumano, la yerba y el tabaco de las misiones y el Paraguay, y los vinos de Cuyo, entre otras cosas).

Este último rasgo tiene que ver directamente con la existencia de una especialización regional, marcada principalmente por las demandas de los principales centros de consumo cono Lima y el Potosí minero, y que a su vez permitía el desarrollo de circuitos de comercialización legales e ilícitos entre los distintos puntos del Virreinato del Perú.

Referencias

Academia Nacional de la Historia (ANH). Documentos para la Historia Argentina. Tomo X. Padrones de la Ciudad y campaña de Buenos Aires (1726-1810). Padrones rurales de 1726, 1738 y 1744.

Archivo General de la Provincia de Santa Fe (AGPSF). Actas del Cabildo de Santa Fe (ACSF). Varios tomos y legajos.

Archivo General de la Nación (AGN). Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (AECBA). Varios tomos y legajos.

AGN. Tribunales, Sucesiones, varios legajos.

Assadourian, Carlos (1982). El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio económico. Lima, Instituto de Estudios Peruanos.

Fradkin, Raúl (2000). ‘‘El mundo rural colonial’’, en Tandeter, Enrique (Dir.). Nueva Historia Argentina. Tomo II: la sociedad colonial. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, pp. 241-284.

Fradkin, Raúl y Garavaglia, Juan Carlos (2009). La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los siglos XVI y XIX. Buenos Aires, Siglo XXI Editores.

Garavaglia, Juan Carlos (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la flor.

Mayo, Carlos (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820). Buenos Aires, Editorial Biblos.

Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). ''El Cabildo de Buenos Aires y la economía rural: las recogidas de ganado y el abasto dentro de su jurisdicción, 1723-1750'', en Carta Informativa XXXVII de la Junta de Estudios Históricos del Partido de La Matanza, Universidad Nacional de La Matanza, Julio de 2015, pp. 7-42. https://www.academia.edu/15917281/El_Cabildo_de_Buenos_Aires_y_la_econom%C3%ADa_rural_las_recogidas_de_ganado_y_el_abasto_dentro_de_su_jurisdicci%C3%B3n_1723-

(*) Profesor en Historia (Universidad de Morón) y Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján). Actualmente se encuentra finalizando la tesis de Maestría en Ciencias Sociales con mención en Historia Social en la misma institución. Se desempeña como docente en la materia Historia de América I, de la carrera de Profesorado en Historia (Universidad de Morón), y en Seminario de Investigación I y II, de la carrera de Licenciatura en Historia (Universidad Nacional de La Matanza). Escribe regularmente para varios diarios locales de Buenos Aires y otras provincias argentinas (Entre Ríos y Santiago del Estero), y todos los meses para la Revista Raíces (Uruguay). Ha publicado artículos de investigación histórica en varias revistas académicas del país y del exterior, en países como Chile, Costa Rica, España, Guatemala, México y Uruguay. Especializado en varios temas de Historia Colonial, también ha disertado en distintos institutos superiores de formación docente y universidades públicas y privadas.

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