Política
Panorama político nacional

Rossi, un ministro de Defensa que ni siquiera pudo garantizar la seguridad de su cuenta de Twitter

El “Chivo” Rossi. Aunque más que chivo, lo que se le escapó fue la tortuga. (Dibujo: NOVA)

El de Agustín Rossi ha sido un caso típico de una figura en deterioro. Comandó los debates más álgidos en la Cámara de Diputados como jefe de bloque del kirchnerismo, representó la vía de comunicación con Cristina, negoció y amplió los márgenes del alcance oficialista. Fue un jugador clave desde la 125 hasta la Ley de Medios. Terminó casi trenzándose en uno de las últimas discusiones que comandó en el recinto. Nunca descuidó Santa Fe, su pago chico, en su carrera por la gobernación. Pero terminó confinado en un desdibujado Ministerio de Defensa.

“Exilio dorado”, se escuchó en la Casa Rosada cuando Rossi fue designado como el sucesor de otro funcionario deslucido, Arturo Puricelli. El santafesino llegaba al Edificio Libertador con la esperanza de catapultarse a la carrera presidencial, agotadas las posibilidades en su provincia. Pero lo único que consiguió fue acumular escándalos y burocracia.

No ha podido mostrar mucho desde que comanda el Ministerio de Defensa. Es más, protagonizó escenas tragicómicas. Una de las últimas: ni siquiera pudo garantizar la seguridad de su cuenta en la red social Twitter, que fue hackeada. Un precandidato a presidente sin presencia en las redes sociales. Difícil. A Barack Obama no le hubiera pasado. ¿Qué nos queda a nosotros, entonces?

Muchas voces críticas se alzaron también a fines del año pasado cuando ni su ministerio ni la cartera de Seguridad pudieron advertir los saqueos y los levantamientos policiales de fin de año. Acusar a Moyano y Duhalde parece ser la única alternativa del Estado en materia de seguridad pública.

El último escándalo tuvo que ver con la fastuosa fiesta que la “agencia de colocaciones” La Cámpora realizó en una fábrica de aviones de Córdoba, que costó la friolera de $ 646.000. Eso sí: ya no estamos en el menemismo, la plata de todos se gasta para el modelo nacional y popular. Porque los beneficios se ven en nuestro pueblo, que si tiene suerte puede invertir su tiempo en la busca de los cada vez más escurridizos precios cuidados en los supermercados.

El viernes 3 de octubre, Rossi, presidió en Córdoba el 87º aniversario de la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” (FAdeA) y anunció un contrato de provisión de piezas para el coloso brasileño Embrear, tercer fabricante mundial de aeronaves. Se pagaron $ 646.000 a la empresa Organización Cacho por el servicio de catering, para un almuerzo de 1.900 comensales.

La FAdeA está dirigida por Matías Savoca, un militante de La Cámpora que llegó al cargo de la mano de Santiago Rodríguez, otro camporista, secretario de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa. Es que la juventud siempre fue la “debilidad” de la Presidenta.

Pero el Ministerio de Defensa, como si no tuviera otra cosa más importante que hacer -buscar el “Tunante II”, por ejemplo-, aclaró que el menú de la comilona fue “asado con empanadas”. No mucho más. La misma reacción dilatoria, aunque en un caso mucho más complejo y en esta oportunidad hasta ofensivo para los organismos de derechos humanos, que con el cuestionado jefe del Ejército, César Milani, a quien Rossi se vio obligado a defender.

¿Tuvo que chocar de frente el ministro con sus diatribas progresistas para respaldar a Milani, quien en teoría es un subordinado suyo? No le quedó otra alternativa. Actuó por obediencia política, pero dilapidó el capital del Gobierno en materia de memoria, verdad y justicia. Lo de Milani es insostenible incluso en Buenos Aires –ya no en el norte-, donde el material reunido durante su paso por la Secretaría de Inteligencia del Ejército le garantiza permanencia e impunidad.

Respecto de la dictadura, entregar sus actas en cada provincia para ser la única movida de Rossi en el interior, donde busca instalar su precandidatura presidencial por el kirchnerismo puro. Pero aparece muy lejos de quienes se encuentran al tope de las encuestas en el arco oficialista: Daniel Scioli y Florencio Randazzo. Hasta el entrerriano Sergio Urribarri, con menor inserción en Buenos Aires, lo superó.

Es que la pelea electoral no parece ser el campo de Rossi. Confinado a la política de tribuna, puede mostrar buen desempeño legislativo dentro y fuera de la propia tropa pero nulo talento para convocar a las urnas. En Santa Fe nunca pudo ganarle al socialismo. Hasta lo dejaron solo la noche de 2011 en que tuvo que reconocer la derrota. Y no olvidemos que esa vez tuvo otro adversario inesperado que lo hizo llegar detrás de todos en la carrera: Miguel del Sel.

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